Los millonarios tienen un problema: poseen mucho dinero pero poco tiempo para gastarlo. Muchos quisieran “sufrir” ese inconveniente. Es una realidad, aunque suene insólito. Por eso los ricos contratan a otros para que compren sus propiedades, alguna obra de arte o el regalo para un familiar. Ellos son sus compradores personales.
Nathalie Hirst es una de ellas. Se encarga de adquirir propiedades en la ciudad de Londres para varios multimillonarios. Si la ven en el barrio de Chelsea o en cualquier otra localidad exclusiva, lo más probable es que se encuentre negociando una potencial compra.
Hirst, de 54 años, suele tener entre siete y nueve clientes al mismo tiempo. Cobra una cuota inicial de $4.500 (€3.654) y luego una jugosa comisión si encuentra una propiedad que su cliente termine comprando. Gana tanto como para no manejar su propio auto. Ella contrata a un chofer mientras recorre la ciudad en búsqueda de lujosas casas en venta.
Estos compradores de oficio cobran por el conocimiento que poseen de las zonas exclusivas de Londres y sus buenos contactos que le ayudan a conseguir las más exclusivas propiedades.
Hirst dice que el 70% de sus clientes viven fuera del Reino Unido, pero invierten en Londres por distintas razones.
Comprador de arte
Daniel Morris fundó la firma de compradores independientes de arte Corfield Morris. Se encarga de obtener piezas para decorar el hogar de los millonarios. Muchos de sus clientes son coleccionistas de arte.
Morris asegura que los ricos quieren piezas especiales, en lugar de copiarse de sus amigos. “No han seguido a la multitud para llegar donde han llegado, así que ¿por qué seguirlos ahora? Deberían comprar algo que les guste mucho y algo que quieren tener en su casa, no algo que puedan vender en unos años para ganar unas cuantas libras”, comenta este comprador de arte profesional.
Morris asegura que parte de su trabajo es “educar” a los nuevos clientes en materia de arte, para que luego se entusiasmen en adquirir piezas más exclusivas. Dice que la clave de su oficio es ser profesional y transparente.
Asistentes para cualquier tarea
Además de adquirir propiedades y obras de arte, los multimillonarios del mundo desean disfrutar de los placeres más finos. Por eso algunas personas asumen el oficio de asistentes, cuya obligación es organizar cualquier cosa, desde reservas de última hora en los restaurantes más lujosos, comprar regalos e incluso organizar el viaje de vacaciones de una familia acaudalada.
Aaron Simpson, de 42 años, tiene una empresa encargada de organizarles la vida a los ricos. Cobra cuotas anuales a sus adinerados clientes entre $3.000 (€2.435) hasta $226.000 (€183.445). Asegura que su compañía organiza cualquier cosa, siempre y cuando no sea ilegal o inmoral.
Comenta que sus clientes más exigentes son los rusos, israelíes y escoceses.
Pagan para aparentar
Alex Cheatle y su firma Ten Group también se encarga de la organización. Cheatle asegura que los súper millonarios adoran aparentar y ser vistos en los restaurantes de moda.
Muchos restaurantes suelen dejar algunas mesas libres esperando que algún rico reserve a última hora, ya que gastarán más que un cliente promedio.
Cheatle considera que este tipo de tratos son “injustos y antidemocráticos”, pero ocurren en la mayoría de los restaurantes exclusivos en Londres.
Divertido oficio este de los compradores y organizadores personales. Ya ven que los millonarios poseen vidas realmente ocupadas y a veces no tienen tiempo ni para comprarle el juguete de moda a su hijo, aunque les sobre el dinero.