Habitaciones que son más propias de un hotel que de un piso de soltero. Mobiliario de madera oscura. Armarios grandes, pero vacíos y ocupados solo por unas cuantas perchas. Una mesa de planchar que parece que no se ha usado nunca.
En la cocina, una tabla de cortar, dos copas de vino, dos tazas de café, cuatro platos, cuatro vasos, cuatro cuencos, cuatro tenedores y cuatro cuchillos.
Así son los tres apartamentos de mi anfitrión de Airbnb. Todos en el mismo edificio, aunque tiene dos más en otras dos direcciones diferentes. También tiene uno que acaba de comprar, pero que está amueblando para dejarlo listo y comenzar a alquilarlo.
En total son seis pisos publicados en la famosa plataforma de alquiler de apartamentos vacaciones utilizada por más de 4 millones de viajeros alrededor del mundo.
Este anfitrión, a quien a partir de ahora llamaremos Bradley, se trasladó a San Francisco para trabajar como corredor de opciones, pero fue despedido ocho meses después, así que decidió comenzar a trabajar para sí mismo. Ahora se despierta a eso de las 5:00 de la mañana, y entre otras cosas pasa el día limpiando apartamentos, llevando sábanas a la lavandería y dejando todo listo para sus próximos huéspedes de Airbnb.
Con este trabajo a medio tiempo, Bradley podría obtener unos ingresos de seis cifras para el próximo año.
Mientras tanto, Airbnb insiste en que no es un hotel. Aun cuando admite que sus anfitriones deben ser responsables de los impuestos hoteleros. Mientras se defendía en Nueva York ante la demanda del fiscal general de los datos 15.000 anfitriones para acabar con los “hoteles ilegales”, la compañía apunto a una encuesta que mostró, al menos en cierta medida, que el 87% de los anfitriones de Airbnb son los residentes principales de las casas que alquilan. Según otra encuesta, en San Francisco este porcentaje asciende al 90%.
Pero en el 10% restante hay personas como Bradley, que ve el ser anfitrión como un verdadero negocio.
Con una ocupación del 90%, Bradley puede ganar alrededor de $4.000 (3.386 euros) por apartamento en Airbnb. De ese dinero debe pagar cerca de $2.000 (1.693 euros) en renta y utilidades y todo esto supone un beneficio de $2.000 (1.693 euros) por apartamento por mes. Es decir, $24.000 (20.315 euros) cada año.
Con seis apartamentos, sus ganancias podrían llegar a los $144.000 (121.890 euros) en un año.
Desde el principio
Bradley nunca se ha alojado en un apartamento de Airbnb como huésped. Su idea de alquilar la tuvo gracias a su exnovia, quien solía permanecer en el apartamento de él la mayoría de las veces por lo que alquilaba el suyo para obtener ingresos adicionales.
En los primeros cuatro meses alquiló cuatro apartamentos. La mayoría de ellos estaban en un edificio propiedad de un amigo de la familia, que conocía sus planes de negocio. Otros estaban en pequeños edificios con pocas probabilidades de tener dueños perspicaces. Se cuidaba mucho de no firmar contratos de alquiler en dos pisos gestionados por la misma empresa, ya que esto elevaría la bandera roja.
Los muebles de todos los apartamentos los compró en Ikea y al final cada uno costó alrededor de $8.000 (6.772 euros), incluyendo el depósito, para poner en marcha su gran proyecto.
Al principio el negocio iba genial. Todas sus locaciones estaban ocupadas la mayor parte del tiempo y él estaba recuperando su inversión. Su siguiente plan era alquilar un apartamento cada mes y tener 12 a final de año, lo suficiente para dejar su trabajo.
Pero entonces llegó enero. Los precios de los hoteles bajaron lo suficiente en San Francisco como para reducir la demanda de alternativas como Airbnb y Bradley lo único que ganó fue una pérdida de $6.000 (5.079 euros). “Fue entonces cuando baje la marcha”, explica. Pero no se detuvo. Alquiló otros dos apartamentos en los ocho meses siguientes.
Viviendo gracias a la economía colaborativa
Hospedarse en un apartamento mantenido por un hombre joven y soltero, pero encontrar un secador de pelo en el baño no es algo extraño cuando se trata de este negocio. “Trato de poner todo lo que habría en un hotel,” explica Bradley.
Pero montar un apartamento de alquiler de Airbnb no es tan sencillo como todo el mundo piensa.
“Aunque es fácil, no lo es tanto como se cree”, dice Bradley. “Tienes que responder a todas las preguntas y ejecutarlo como un negocio”.
Bradley a veces le paga a una mujer a la que llama su “asistente” $50 (42,32 euros) más propina por limpiar apartamentos y $25 (21,16 euros) para hacer el check-in. Aun así, el intenta hacer la mayor limpieza posible y, cuando lo hace, se da cuenta de las cosas que hay que arreglar.
Ninguno de sus huéspedes ha destrozado un apartamento durante su estancia. Algunos huéspedes son solo desordenados, otros muestran planes obvios en asuntos extraconyugales. Pero incluso después de haber alojado a unos 200 invitados, no ha habido ningún evento demasiado raro. “No hay laboratorios de metanfetamina”, bromea Bradley.
Estar del lado de la legalidad
En Nueva York, un hombre llamado Nigel Warren recibió recientemente una multa de $2.400 (2.032 euros) por alquilar su habitación en Airbnb durante unos días. Aunque poco después, con la ayuda de Airbnb ganó una apelación de la multa con el argumento de que su compañero de cuarto estaba en casa en ese momento. Otros como Chris Dannen, de Fast Company, han enfrentado multas similares por alquilar espacios en sus apartamentos. El asunto acerca de si Airbnb es legal o no sigue siendo muy confuso.
Las leyes sobre el alquiler de apartamentos para corta estancia varían según cada ciudad. La ley en Nueva York, por ejemplo, establece que es ilegal alquilar un apartamento por menos de 30 días si el dueño no está cerca. En San Francisco sucede casi igual. Los funcionarios alegan cuestiones de seguridad pública y regulaciones que los hoteles deben seguir y sostienen que los anfitriones deben pagar impuestos de ocupación, que los turistas pagan su parte justa por la policía, limpieza de calles y otros servicios públicos que usan durante su estancia en la ciudad.
Este mes, Airbnb dijo que estaba dispuesto a colaborar en la recaudación de impuestos hoteleros en San Francisco y Nueva York:
“Si bien las leyes en San Francisco y otras ciudades pueden ser confusas e incluso contradictorias, estamos ansiosos por trabajar con los políticos para aclarar las leyes y hacerlas más justas, y para ayudar a las ciudades a cobrar todos los impuestos aplicables", señaló Airbnb en un comunicado.
En un post publicado después de la victoria de Warren en la corte, el presidente ejecutivo de Airbnb, Brian Chesky, enfatizó que los inquilinos de Airbnb son en su mayoría personas que no tratan a Airbnb como un negocio. "Todos estamos de acuerdo en que los hoteles ilegales son malos para Nueva York, pero esa no es nuestra comunidad".
Desde la perspectiva de Bradley, el pequeño porcentaje de anfitriones que sí ven Airbnb como un negocio no es perjudicial. El apartamento propiedad del amigo de la familia está feliz de tenerlo como inquilino, incluso con el negocio de Airbnb. "Realmente parece que cuida mejor los pisos que nuestros otros inquilinos", señalaron los dueños.
Y los vecinos no lo saben. "Pero", dice, "pago mi renta a tiempo cada mes y nunca han recibido quejas". Pero no todos los anfitriones de Airbnb son tan afortunados.
La plataforma instaló una ventana pop-up en su sitio para recordar a los anfitriones que deben seguir sus leyes locales cuando se inscriban, y Bradley planea pagar el impuesto hotelero de 14% de San Francisco (que está por encima del 3% que Airbnb cobra por el procesamiento de pagos) y también planea pagar impuestos sobre sus ingresos con este negocio.
Bradley no sigue la controversia demasiado de cerca ni tampoco se muestra demasiado preocupado por ello. "Creo que San Francisco es un gran defensor de dar la bienvenida a la tecnología disruptiva", dice.
Artículo original en inglés publicado en Fast Company. Si te gustó síguelos en Facebook, Twitter.