Eduardo Vidal no tenía plan B. Estaba determinado a ser artista, costara lo que costara. Y por supuesto que no fue fácil. Antes de ver sus pinturas exhibidas en algunas de las galerías más prestigiosas del mundo, tuvo que aprender a lidiar con el rechazo del mundillo del arte y la falta de apoyo de su familia.
Los inicios de Eduardo Vidal
Nacido en Madrid en 1992, Vidal se interesó en el arte desde niño. A los 8 años ya mostraba ese espíritu rebelde y libre que solo poseen los distintos.
“Recuerdo que cuando hacía dibujos en el colegio, las profesoras me decían que no seguía las pautas establecidas como todos los demás. Con el tiempo entendí que en el mundo del arte hemos tenido grandes pintores que han decidido crear un estilo propio”, cuenta el artista.
Vidal optó por la creatividad por encima de la imitación. Poco a poco fue desarrollando su propia técnica hasta lograr un estilo personal que le ha merecido fama mundial: la pintura inversa modular abstracta.
Es una nueva forma de entender el arte a través de una geografía angular, mezclas únicas y colores vivos y muertos. La técnica se puede aplicar en formato de hologramas digitales. Según el portal Alerta Digital, de esa forma se diseñará la parte artística de los espacios públicos, urbanos, privados y residenciales en los próximos años.
Eduardo Vidal desea que en el futuro su estilo forme parte de un cambio generacional que impacte el universo artístico. “Millones de personas en el planeta se verán beneficiadas gracias a la creación del campo visual sobre la inversión de colores, generado una plasmación moviente que produzca una orientación de nuevas creaciones”, acota.
El duro camino al éxito
Pero antes de que pudiera soñar con tener un estilo propio y convertirse en pintor profesional, tuvo que superar duras pruebas.
“Por mucho tiempo tuve que pintar en secreto porque mi familia me decía que los pintores se morían de hambre y no tenían nada seguro. Pero yo veía que un médico o un abogado ganaban menos que un cajero de supermercado, y entonces decidí que me dedicaría a algo en lo que tengo talento”, comenta Vidal, cuya principal inspiración es el artista estadounidense Jean-Michel Basquiat.
En sus inicios como pintor también se enfrentó a muchas puertas cerradas. Las galerías le decían que su arte no se entendía o que solamente aceptaban obras de pintores reconocidos.
“Los pintores sufrimos todo tipo de discriminaciones, pero el tiempo siempre es nuestro mayor crítico. Por eso el mejor consejo que puedo darle a los jóvenes artistas es que sepan medir el tiempo y que trabajen duro en su técnica. El destino lo arregla todo y coloca a cada uno en su lugar”, asegura.
El sueño cumplido
Eduardo Vidal jamás tiró la toalla. Estaba determinado a trascender con su arte y vivir de su gran pasión. Y como tanto va el cántaro al agua hasta que se rompe, un día ocurrió.
Actualmente es un artista reconocido internacionalmente, cuyas obras se exhiben en más de 350 exposiciones virtuales y físicas en todo el mundo, incluyendo el MoMA de Nueva York y los principales museos de Miami, Arizona, Arabia Saudita, Iraq, Líbano, Bakú, China, Hong Kong, Sochi, etc.
Vive del arte y de los derechos de imagen relacionados con las ventas de sus obras a través de su firma E. Vidal World Art.
Considera que su mayor orgullo hasta ahora es haber logrado que su obra “Sueños Viscerales” haya sido elegida para ser expuesta de forma permanente en el Museo Whitney de Arte Estadounidense en Nueva York.
Todo comenzó cuando un grafitero urbano le pidió permiso para plasmar esa obra en una pared. Un día paseaba por allí el director del Whitney, quien se quedó perplejo al ver que muchas familias con sus hijos pintaban esa obra en el parque.
Inmediatamente el director se comunicó con Vidal para decirle que quería exponer su pintura de forma permanente. Era un sueño hecho realidad.
Recientemente recibió un encargo de un galerista de Shanghái para elaborar una obra con oro y titanio en polvo. Por el cuadro titulado “Mares voladores” le pagaron 25.000 dólares, su récord personal.
Actualmente se encuentra trabajando en numerosos proyectos. A través de su firma personal y una fundación en Israel, ha recaudado 25 millones dólares para crear un maravilloso museo en el Mar Muerto.
Ayuda a los suyos
Los familiares que antes criticaban a Eduardo Vidal en sus inicios, ahora se han visto beneficiados por el éxito del artista, quien los ha apoyado tanto económicamente como en el ámbito laboral a través de su compañía.
Aunque se considera un nómada que viaja por todo el mundo mientras promueve su arte, Vidal se mantiene rodeado de sus seres queridos y los hace parte de sus emprendimientos.
Un pintor futurista
Así se autodefine: “Soy un pintor del futuro que no para de crear tendencias revolucionarias. Siempre me atrevo con creaciones nuevas. Quiero hacer obras diferentes, realmente únicas. Eso me diferencia de otros pintores”.
Aunque ha cumplido muchas de sus metas, todavía tiene grandes sueños por lograr.
“Una de mis metas es promover mi arte en todo el mundo. Deseo que mis pinturas sean parte de la cultura del arte y sean estudiadas en las universidades”, comenta.
Sueña con dejar un poderoso legado
Cuando le preguntamos sobre el legado que desea dejar a las futuras generaciones, lo tiene muy claro:
“Quiero dejar un gran legado a todas las generaciones en la cultura del arte. Deseo inspirar a las personas a ser creativas y diferentes, independientemente de la profesión que tengan”.
“No dejes que la biotecnología y la inteligencia artificial marquen las directrices de nuestras ideologías y creaciones. La base del arte siempre debe ser orgánica y no artificial, de lo contrario nos encontraremos en un callejón sin salida que impedirá la evolución del arte”.
Si te interesa el trabajo de Eduardo Vidal y deseas comprar alguna de sus pinturas, lo puedes hacer en BackyardArteGallery y Artmajeur.