Jack Ma no es un multimillonario más. El empresario chino es de los pocos magnates que despierta simpatía entre la gente. Su increíble historia de superación, combinada con su carisma innata y un simpático rostro caricaturesco, le han permitido ganarse la aprobación de la opinión popular.
Es algo poco habitual. No ocurre así con Bill Gates, Jeff Bezos ni Elon Musk, quienes son vistos por muchos como las manos poderosas que controlan el mundo. Pero la situación es diferente con Ma, una mente brillante que con mucho esfuerzo e ingenio supo convertirse en el hombre más rico de China.
Desde que fundó Alibaba Group en 1999, Jack Ma no ha hecho más que crecer. Quizás demasiado. Es probable que la gloria de las alturas le haya mareado y hecho olvidar que nada ni nadie puede estar por encima del omnipresente y omnipotente gobierno chino.
En otras palabras, Ma podía crecer tanto como el Partido Comunista y el presidente Xi Jinping se lo permitieran. Cuando el empresario osó enfrentar al Estado, el globo estalló y se dio de bruces contra el frío pavimento de la realidad.
El inicio de la caída de Jack Ma
En 2019, al cumplir los 55 años, Ma anunció su renuncia como presidente ejecutivo de Alibaba. Pero no era una jubilación definitiva, pues todavía tenía un as bajo la manga.
A finales de 2020, informó que su empresa de servicios financieros digitales Ant Group protagonizaría la salida a la bolsa más importante de la historia. Pero las autoridades chinas cancelaron la operación cuando apenas restaban 48 horas para la fecha indicada.
Según Forbes, aquella oferta pública inicial (OPI) habría establecido un récord mundial. De hecho, se estima que la OPI de Ant Group habría superado en un 40% a la de Alibaba en 2014.
El Wall Street Journal informó que la cartera de pedidos excedía “el valor de todas las acciones que cotizan en las bolsas de Alemania”. De esta forma, la firma habría superado el músculo financiero de los principales bancos estatales de China y asegurado el control de un porcentaje importante del crédito nacional mediante las inversiones y los préstamos que ofrecen.
Se enfrentó a Beijing
Jack Ma cae en desgracia con el gobierno de su país cuando comienza a cambiar su postura ante ellos, que hasta entonces había sido complaciente. El magnate empezó a mostrarse reticente ante las intenciones del gobierno de acceder a su colosal base de datos, que abarca miles de millones de transacciones con clientes de todo el mundo.
Tampoco deseaba que Beijing realizara un análisis exhaustivo de la avanzada tecnología de su compañía, que le permite disfrutar de una ventaja competitiva frente al sector bancario tradicional del país.
Pero la gota que colmó el vaso fueron las declaraciones de Ma poco antes de la salida a la Bolsa de Ant Group, cuando criticó la legislación financiera del país y la mentalidad de “tiendas de empeño”.
“Debemos sustituir esa mentalidad por un sistema de crédito basado en big data, empleando las posibilidades tecnológicas actuales”, comentó. Estas palabras fueron asumidas por las autoridades como una sublevación.
El severo castigo a Jack Ma
Las represalias de Beijing no se hicieron esperar. En el pasado mes de abril, Alibaba recibió una multa de 2.800 millones de dólares por violación de las normas antimonopolio. La sanción equivale al 4% de los ingresos anuales de la compañía tecnológica.
La Administración Estatal de Regulación del Mercado en China aseguró que la empresa fundada por Jack Ma “abusó de su posición dominante en el mercado de servicios de comercio electrónico desde 2015, al obligar a comerciantes online a abrir tiendas en las plataformas de Alibaba o participar en actividades de promoción en sus plataformas”.
Al mismo tiempo, Beijing también inició una investigación sobre los tratos de Ant con la bolsa de valores de Shanghái para recibir la aprobación de la OPI.
Por otra parte, el navegador web de Alibaba Group, el segundo más popular en China con más de 400 millones de usuarios activos, fue eliminado de la mayoría de las tiendas de aplicaciones en la nación asiática.
Otro castigo fue destituir a Ma como presidente de la Universidad Hupan, una escuela de negocios de élite que fundó y dotó en 2015.
Debido al terremoto mediático que provocó semejante escándalo, las acciones de Alibaba se desplomaron y Ma fue destronado como el hombre más rico de China. El cetro lo asumió Zhong Shanshan, conocido como el rey del agua mineral embotellada en su país, quien tiene una fortuna estimada de 66.400 millones de dólares.
Actualmente, Jack Ma tiene un patrimonio calculado de 46.700 millones de dólares, siendo el tercer hombre más acaudalado de su país.
El multimillonario desaparecido
Cuando las cosas no podían ir peor, Ma pareció haber sido engullido por la tierra. Desapareció por completo. Pasaban los meses y el chino más conocido del mundo seguía sin ser visto.
Los medios internacionales comenzaron a especular sobre su paradero. Algunos decían que había sido apresado, mientras que otros difundían teorías más fatalistas.
Tres meses estuvo desaparecido Ma, antes de ser visto nuevamente en una videoconferencia dando un discurso a maestros rulares. La Bolsa de Hong Kong respondió de forma positiva a su reaparición, incrementando el valor de las acciones de Alibaba en un 8.52%.
Ceder o morir
Finalmente, el peor escenario se consumó: Beijing había ganado la batalla. Recientemente los reguladores estatales anunciaron la aprobaron a Ant Group como “socios” para la creación de una nueva compañía financiera conjunta llamada Chongqing Ant Consumer Finance.
El gobierno chino absorberá la parte más rentable del negocio, los créditos al consumo, mientras que Ant ofrecerá su colosal cartera de 155.000 millones de dólares para préstamos independientes.
La firma de Jack Ma también deberá aportar otros 625 millones de dólares por la mitad de su participación en su propio negocio. El 50% restante será adjudicado a varios nuevos “socios” que, aparentemente, no están obligados a asumir compromisos económicos.
Mediante esta extorsión disfrazada, las autoridades estatales tendrán total acceso a la base de datos y la tecnología de Ant Group. Podrán hacer con esta información lo que deseen, incluso compartirla con otras entidades financieras de la competencia.
Jack Ma no tuvo otra opción. Su batalla estaba perdida incluso antes de empezar. Aprendió a la fuerza que en China se puede volar, pero nunca por encima del todopoderoso gobierno nacional.