¿Qué vamos a hacer con nuestras vidas? Esa es la pregunta que Bert y John Jacobs estaban tratando de responder cuándo decidieron hacer un viaje de siete semanas desde California hasta Boston en 1988.
Los hermanos (de 20 y 23 años para aquel entonces) dicen fue este viaje lo que cambió para siempre sus vidas.
John, fundador con su hermano de la compañía de ropa, Life is Good, asegura que fue durante el viaje que Bert y él decidieron seguir una nueva y menos tradicional carrera: vender camisetas.
Inicialmente llamaron a su compañía Jacob's Gallery y viajaron incansablemente por toda la costa Este de los Estados Unidos vendiendo camisetas a universitarios desde su furgoneta Plymouth Voyager. Pero el negocio tuvo dificultades, y en un punto los hermanos llegaron a contar con solo $78 dólares en el banco.
Pero todo cambió cuando agregaron un mensaje optimista a sus camisetas en 1994.
Cambiaron la marca y relanzaron su empresa bajo el nombre de Life Is Good, y en tres años alcanzaron la venta récord de 1 millón de dólares.
Hoy día, Bert y John Jacobs tienen un patrimonio de $100 millones (90,7 millones de euros) cada uno, y venden sus productos en más de 4.500 tiendas minoristas.
Esta es la historia de cómo estos hermanos pasaron de tener un negocio en dificultades a un imperio exitoso:
Su infancia fue "perfectamente imperfecta".
John y Bert Jacobs crecieron siendo los menores de seis hermanos en el barrio de Needham, Massachusetts, en Boston. Describen su infancia como "perfectamente imperfecta" en su nuevo libro, "Life is Good" (La vida es buena).
La segunda planta de la casa de 720 pies cuadrados no tenía calefacción porque, de acuerdo con su padre, un veterano de la Segunda Guerra Mundial y la Guerra de Corea, "así los niños podían pasar la mayor parte del invierno en la planta baja".
Aprendieron desde el principio a ver siempre lo bueno en las cosas.
Después de jugar fuera de casa todo el día, los niños corrían a la mesa para cenar, y allí su madre les decía algo que más tarde sirvió como inspiración para su negocio: "Dime algo bueno que te haya sucedió hoy".
La tragedia sacudió a la familia, pero se mantuvieron optimistas.
Este optimismo fue especialmente importante para los niños, ya que sus padres sufrieron un accidente automovilístico que dejó a su madre con varios huesos rotos y a su padre sin poder usar la mano derecha.
El estrés y la frustración hicieron que su padre comenzara a desarrollar un temperamento duro.
Pero incluso cuando pasaban cosas difíciles en casa, su madre todavía cantaba, contaba historias y leía libros infantiles para ellos.
"Ese optimismo fue algo que nuestra familia siempre existió, incluso cuando en los peores momentos", escriben.
Un viaje les cambió la vida
En 1988, los hermanos decidieron realizar un viaje por carretera de siete semanas desde California hasta Boston. El propósito: averiguar qué hacer con sus vidas.
"Comenzamos con un poco de dinero en efectivo, un mapa de los Estados Unidos y un plan estricto que se basaba en no tener plan", escriben.
Y, según John, funcionó.
No solo pasaron los días nadando en el hermoso sur de California, conociendo amigos increíbles y jugando baloncesto en Venice Beach, sino que también descubrieron qué hacer con sus vidas: iniciar un negocio juntos.
"Si no hubiéramos hecho ese viaje para conocer nuevos lugares, nuevas personas y nuevas experiencias, tal vez no habríamos llegado a tener una mentalidad tan abierta.
Jacob's Gallery nació, pero no fue un éxito instantáneo
Cuando volvieron a casa, los hermanos regresaron a vivir con sus padres y comenzaron a vender una variedad de diseños de camisetas con el nombre de "Jacob's Gallery" en la universidad y en las ferias callejeras de Boston.
"¿Éxito instantáneo? Ni de cerca", escriben.
La estrategia: Intensificar el negocio
Los hermanos sabían que los estudiantes universitarios podían ser un buen target, pero no se estaban conectando con ellos.
Sin tener que retroceder, los hermanos decidieron mejorar su estrategia comprando una furgoneta Plymouth Voyager usada por $2.100 para que pudieran viajar de un lado de la costa Este a otro casi todas las noches.
La furgoneta fue apodada "The Enterprise", porque literalmente contenía toda su empresa: sus camisetas y ellos.
"Todos creen que era una furgoneta genial, como una VW. Pero realmente no lo era. Era como una Voyager de Plymouth, una furgoneta para madres”, dijo Bert a The Huffington Post.
Los hermanos intentaron todo y fallaron... una y otra vez.
"Probamos y fallamos mil veces", escribieron en las camiseta. Por eso intentaron averiguar si era porque los diseños eran malos, porque los estudiantes no tenían dinero o porque los despertaban a la 1 a.m. para preguntar: "¿Quieres comprar una camiseta?"
"Cuando lo intentas, o tienes éxito o aprendes. En ambos, ganas", escriben.
Pronto, los hermanos arribaron a los 30 y todavía seguían teniendo que pagarse su sueldo.
La novia de Bert terminó con él después de que su madre le dio una dosis rápida de realidad. "Tiene casi 30 años y todavía comparte una furgoneta con su hermano", le dijo.
Pero los hermanos sabían que si escuchaban a los incrédulos, también tendrían que volver a la realidad, tomar la ruta segura y perder la oportunidad de explotar todo su potencial.
Fiestas a cambio de comentarios honestos.
Esta mentalidad les dio a los hermanos la motivación para organizar una fiesta después de regresar de cada viaje por carretera, sin importar cuán desalentadoras fueran las ventas.
Las fiestas eran provechosas para ambas partes porque los hermanos daban cerveza gratis y contaban historias entretenidas de sus viajes y los amigos brindarían comentarios honestos sobre las nuevas ideas de camisetas.
$78 en la espalda y una última oportunidad
Después de un viaje desalentador que los dejó con $78 en el banco, John y Bert reunieron el coraje para organizar otra fiesta, tal vez la última.
Compartieron un diseño que se les ocurrió de camino a casa mientras discutían cuánto les disgustaba el ciclo de noticias negativas. Hablaron de lo difícil que era mantenerse positivo en un mundo tan negativo.
"Pero ¿y si hubiera alguien que siempre estuviese feliz sin importar lo que pase?" se preguntaban.
Así que John dibujó a esa persona, que terminó luciendo como un tipo bohemio con una boina, gafas de sol y una gran sonrisa. El diseño fue el éxito de la fiesta.
Un comentario en la pared al lado del diseño de la cara feliz captó por qué: "Este tipo tiene la vida resuelta".
Entonces, los hermanos acortaron esa frase a "Life Is Good", imprimieron 48 camisetas y las llevaron a una feria callejera en 1994 en Cambridge, Massachusetts.
El principio del éxito
Las camisetas se agotaron en una hora, incluso las dos impresiones en sus espaldas.
"La gente lo entendió y compraron. No fue necesaria ninguna explicación", escriben. Los hermanos estaban atónitos: finalmente habían encontrado el mensaje que querían compartir y la gente lo amaba.
Life is Good despegó
Los hermanos sabían que éste podría ser un gran éxito si conseguían llegar a más gente. Así que cargaron a The Enterprise con buen humor y vendieron el diseño en todo Boston sin encontrar compradores, hasta que llegaron a una pequeña tienda de zapatillas en Cape Cod.
Nancy, la dueña de la tienda, compró 24 camisas y preguntó: "¿Cuál es el nombre del hombre sonriente?"
Pensando en el lugar, dijeron, "Jake" porque era el diminutivo de Jacobs. Más tarde, descubrieron que esto era un golpe de genio porque "jake" es un término antiguo para decir que "todo está bien".
Las camisetas se agotaron en dos semanas. Al final del año, Life Is Good había vendido camisetas por un valor de $87.000.
Contrataron a su primera empleada por $17.000 al año
Con la demanda de las camisetas, los hermanos decidieron dar un salto y contratar a su primera empleada: Kerrie Gross, una "adorable chica de 23 años" que era vecina de los hermanos.
Cuando la contrataron como "gerente comercial", le preguntaron cuánto era la cantidad mínima que podía ganar para pagar sus cuentas. Ella dijo $17.000, y los hermanos estuvieron de acuerdo con eso.
Al final del año, la compañía había obtenido $262.000 en ventas de primera línea y había pagado exitosamente a su primera empleada.
Incorporaron un poco de humor
Confiados en sus ventas, los hermanos actualizaron su oficina a un contenedor en 1996.
Durante este tiempo, enviaron facturas únicas a sus clientes que incluían la foto de arriba y una nota humorística: "Paguen a tiempo para que podamos mantener estas luces encendidas y pagar a nuestro hambriento personal de almacén".
Después de tres años, Life Is Good rompió el récord de $1 millón en ventas.
En 1997, Life Is Good rompió el récord de $1 millón en ventas, y lo celebraron contratando tres nuevos empleados y mudándose a su primera oficina real en Needham, Massachusetts, donde continuaron con su misión de establecer una cultura empresarial con el humor como bandera.
¿Por qué?
"Porque la risa nos relaja, nos lleva a pensar con más claridad, así como a comunicarnos y resolver problemas de manera más efectiva", escriben.
"No es que la vida sea fácil o que la vida sea perfecta. Es que la vida es buena (Life Is Good)."
Life Is Good, que ha ampliado su línea de productos más allá de las camisetas, ahora tiene alrededor de 160 empleados, realiza ventas por $100 millones, vende en aproximadamente 4.500 tiendas y dona el 10% de sus ganancias anuales para ayudar a mejorar las vidas de los niños.
Y los hermanos atribuyen todo el éxito de su empresa a la contagiosidad de su misión, "difundir el poder del optimismo", que aprendieron de su madre desde el principio.
"Queremos difundir este mensaje y ayudar a las personas a comprender la profundidad de lo que eso significa", dijo John. "No es que la vida sea fácil o la vida sea perfecta. Es que la vida es buena".
Artículo original en inglés publicado por Business Insider. Business Insider es un sitio web estadounidense de noticias financieras y de negocios propiedad de la compañía de medios Insider Inc. Mantente al día con las últimas noticias financieras y de negocios de Business Insider siguiéndolos en Facebook, Twitter.