Lujo y glamour conforman parte de toda receta de viaje en unión con Mónaco.
Sobre el suelo de este Principado, el segundo país más pequeño del mundo, reside gran parte de la jetset mundial, y la oferta de ocio y cultura es acorde a los bolsillos de sus residentes y sus distinguidos visitantes.
Recorre con nosotros los dos kilómetros cuadrados de su superficie en busca de los rincones más ilustres.
Hablar de Mónaco es hacerlo de un lugar en donde un tercio de sus vecinos, un total de 13.400, son millonarios. De hecho, estamos ante un país que ocupa un lugar entre los diez países con mayor Producto Interior Bruto (PIB).
Mónaco genera dinero gracias a sus contribuyentes y sus muchos turistas.
¿Pero, qué les atrae?
El atractivo innegable de sus costas, arquitectura y lugares de ocio traspasa fronteras durante el Gran Premio de Mónaco, que transcurre por las calles de Montecarlo y de La Condamine, uno de los diez distritos del Principado.
Dicho evento es un espectáculo de tierra y mar, al formar los barcos parte, como telón de fondo, de esta icónica carrera.
Escenario favorito de Flemming
Entre las largas rectas y curvas cerradas del circuito hay espacio para deleitarse con el Puerto de Hércules o la subida hasta el Casino Square, donde se halla el Casino de Montecarlo. Es, sin duda, uno de los grandes reclamos de Mónaco y se convirtió en uno de los escenarios fetiche de las obras de Ian Flemming.
El agente 007 cruzó sus majestuosas puertas en Nunca digas nunca jamás y en GoldenEye, lo que dio lugar a recreaciones de sus salones en videojuegos o juegos de tragaperras temáticas que puedes encontrar en el casino en línea y al que, como alternativa, se puede jugar sin desplazarse hasta la Costa Azul y sin tener que lucir uno de los esmóquines de James Bond.
En este mundo paralelo existen slots temáticas del propio 007 y de otras sagas legendarias del cine del pasado y del presente como Matrix o Terminator. Mónaco debe mucho a 007, a los juegos de azar y a la F1, pero su oferta turística es más amplia.
Seguimos con la visita...
Como parada obligatoria también figura la Ópera de Montecarlo. Estéticamente su belleza no admite discusión y todo gracias al diseño del arquitecto Charles Garnier. Su inauguración data de 1879.
En un día de visita toca encontrar hueco para el Museo Oceanográfico y la Saint Nicholas Cathedral. La poca extensión de Mónaco no equivale a falta de verde.
Los Jardines del Palacio de Mónaco, los Jardines del Casino, el Japanese Garden y el Jardín exótico pueden dar buena cuenta de ello. La lista continúa. Entre los monumentos con más tirón habría que citar el Foro Grimaldi o La porte d’Antoine 1er.
Mónaco, por tanto, goza de mucho lujo al alcance de los locales y los foráneos. Parte del mismo posará en unos años sobre lo que hoy es el Mediterráneo, porque entre los planes de expansión hay uno urbanístico, de nombre Portier Cove, que albergará futuras villas y qué comerán terreno al mar.
Estas estarán rodeadas de jardines, un paseo marítimo y un puerto deportivo, poca novedad en la vida del Principado.