En 2006, se producía en Estados Unidos un colapso histórico de la burbuja inmobiliaria que, tras causar en el país la conocida como crisis de las hipotecas subprime, llevaría al mundo a un largo periodo de inestabilidad económica.
Una década después, la crisis financiera de 2008 sigue impactando en sectores como el mercado laboral o el mercado inmobiliario. Pero si hay una parte de la sociedad que se ha visto repercutida negativamente por esta situación, esa es los millennials.
En efecto, la Generación Y, cuyos integrantes eran tan solo unos niños o unos adolescentes cuando estalló la crisis, ha iniciado su vida adulta con unas inseguridades que no experimentaron sus padres.
Habían crecido con la idea de que tenían que replicar lo que habían hecho sus progenitores, pero ahora es casi inviable encontrar un trabajo para toda la vida poco después de terminar los estudios o comprarse una casa sin hipotecarse durante años.
El pasado mes de septiembre, la publicación de un estudio del Institute for Fiscal Studies británico corroboraba que efectivamente los más afectados por la crisis financiera han estado los jóvenes trabajadores.
Con unos salarios muy por debajo de la media de los sueldos previos al colapso y con unas probabilidades realmente bajas de poder ahorrar dinero, sus perspectivas de futuro son más bien pobres, y eso que se decía que era la generación más preparada.
Pese a que hay quien apunta que los millennials podrían ser los culpables de que desaparecieran las tarjetas de crédito -varias encuestas afirman que estos prefieren pagar en efectivo-, qué duda cabe que un contexto de salarios bajos y ahorros casi inexistentes podría ayudar a los jóvenes a ser más cuidadosos con sus gastos. Así, saben valorar el dinero y aprenden la cultura del esfuerzo. Con todo, no es menos verdad que a esta generación le gusta invertir en lujo.
A diferencia de generaciones anteriores, los millennials dan importancia a las marcas y a lucir prendas de casas de alta costura como Gucci o Louis Vuitton, tal y como demuestra un reciente análisis realizado por UBS. Eso supone un gran reto para las firmas exclusivas por varias razones.
Los jóvenes de hoy son más activistas que nunca y además dedican gran parte de su vida a las plataformas digitales, algo que las compañías deberían aprovechar si quieren llegar a ellos.
Ahora bien, estas campañas de marketing deben de tener en cuenta también que la Generación Y no es una masa homogénea.
Por lo general, se considera millennial a todo aquel nacido entre 1980 y 1995, una ventana de 15 años que hace que sus integrantes tengan intereses y necesidades distintas. A todo esto se le deben sumar además factores geográficos y sociales.
Pese a estar afectados por una misma crisis, pues, no todos los jóvenes se encuentren en las mismas circunstancias.