Queridos amigos de Mega Ricos ¡Bienvenidos a Dubái! Aquí todo es posible y nada demasiado costoso. Aquí las patrullas de la policía son Lamborghinis, Bugattis, Aston Martin y en lugar de cajeros automáticos para retirar efectivo, hay máquinas expendedoras de oro.
En Dubái la gente no tiene perros, sino tigres o leones como mascotas. Y los contenedores de basura llevan la firma de Louis Vuitton.
Dubái es la ciudad más excéntrica y lujosa del planeta, y pareciera que sus habitantes compiten cada día para demostrar quién tiene más dinero.
Como este hombre, a quien no le basta con sus cadenas, pulseras y anillos. También quiere usar ropa de oro.
Dubái es una colosal metrópolis y, como tal, sufre de fuerte tráfico en las horas pico. Así lucen sus calles cuando la gente sale de los trabajos.
Y que a nadie se le ocurra huir de la policía tras cometer una infracción, porque no llegarán muy lejos. Los oficiales conducen verdaderos superdeportivos.
Como ven, aquí un Ferrari lo tiene cualquiera. El modelo del año pasado ya es demasiado obsoleto, así que podemos deshacernos de esa vieja “chatarra” y comprarnos uno nuevo.
Qué tal una camioneta y la bañamos en oro.
...O un Mercedes Benz recubierto en plata.
También está la opción del Batimóvil.
...O una divertida motocicleta en forma de caballo.
Podemos pedir un auto a domicilio con las llantas intactas.
...O un Rolls Royce plateado y un Mercedes-Benz para aparcarlos afuera de la mansión.
Si tenemos pereza de conducir, usamos la limusina de papá.
Los autos en Dubái son una maravilla, perfectos para pasear a nuestra mascota.
Los automóviles también son ideales para que nuestro mejor amigo se divierta. No importa si destroza un coche de cientos de miles de dólares. El dinero en Dubái no se cuenta, se gasta.
En los baños de Dubái las mascotas esperan al dueño.
En Dubái hay mucho por hacer. Si no sufres de acrofobia, podemos jugar un poco de tenis en el Burj Al Arab a 210 metros (689 pies) de altura.
Si prefieres algo más tranquilo, podríamos dar un paseo por el Centro Comercial.
Llamemos a los amigos con los celulares adornados con diamantes.
O usando el iPad de oro que nos presta el hotel.
Sin importar que estemos en un desierto, podemos hacer un poco de esquí sobre nieve.
Mejor aún, hagamos una carrera de camellos, pero controlemos a los jinetes con mando inalámbrico.
Y que el confort nunca se pierda ni el buen gusto por el oro en cada rincón de nuestro hogar.
Vídeos de las excentricidades de los mega ricos en Dubái