En noviembre de 2013, un aspirante a empresario llamado Jamie Siminoff se apareció en el programa de TV Shark Tank (Negociando con tiburones) para lanzar su producto: Doorbot, un “timbre-video” con WiFi que se sincronizaba con tú teléfono inteligente del usuario para permitirte ver quién estaba llamando a su puerta en tiempo real.
Un concepto bastante simple, sin embargo, de tener éxito, Doorbot sería una gran amenaza para el timbre convencional.
El timbre-video Doorbot también venía equipado con una función de prevención de robo que permitía a los usuarios fingir que estaban en casa cuando en realidad no era así.
Cuando Jamie salió a la luz, ya estaba ganando alrededor de $1 millón (815.000 euros) de ventas anuales, pero él estaba buscando un inversor para llevar su producto a otro nivel.
Por eso pidió a los tiburones que invirtieran $700.000 (569.000 euros) por el 10% de su pequeña gran compañía, dandole en ese momento una valoración del capital de mercado de $7 millones (5,7 millones de euros).
Pero sus propuestas fueron rechazadas directamente. Solo uno de los Shark Tanks, Kevin O’leary, hizo una oferta, la cual consistió en su préstamo de $700.000 pero a cambio del 10% de las ventas hasta pagar el préstamo y el 7% de todas las ventas a partir de ese momento, más un 5% de participación en la compañía. ¡Jamie rechazó esa oferta y se alejó de Shark Tank sin esperanzas!
Aun así, como dice Joe Pesci, de Rangin Bull: "con Shark Tank si ganas, ganas, pero si pierdes, también ganas. Después de esto, las ventas del timbre-video Ring se dispararon, de hecho, más tarde afirmó que vendió al menos $5 millones (4 millones de euros) en productos como resultado directo de su aparición en Shark Tank. Pero eso no fue lo único…"
Después de hacerle un cambio estético a la marca y rebautizarla como “Ring”, la creación de Jamie comenzó a venderse en Best Buy, Home Depot, Target y muchas otras grandes tiendas.
Finalmente, Ring llamó la atención del multimillonario fundador de Virgin Group, Richard Branson, quien quedó impresionado después de ver a un invitado en su isla privada utilizando Ring para verificar que su casa estuviese en perfecto estado desde miles de kilómetros de distancia en una isla paradisíaca.
Así fue como Brandon sacó su talonario de cheques y le inyectó $28 millones (22,7 millones de euros) a Ring, convirtiéndose en uno de los grandes inversores que pronto recibiría $200 millones (162,5 millones de euros) de la compañía.
Y la historia aún no acaba…
Hace días se reveló que Ring fue comprada por Amazon en febrero 2018 por “más de $1 mil millones”. No se conoce el precio exacto del acuerdo, pero se cree que oscila entre $1,2 y $1,8 mil millones (entre 975 millones y 1,4 mil millones de euros).
¡Nada mal para un hombre que fue rechazado una y otra vez por Shark Tank!
Por lo general, cuando alguien como Jamie adquiere cientos de millones de dólares en inversiones de múltiples socios, su capital original se diluye significativamente.
Por ejemplo, cuando Michael Dubin vendió Dollar Shave Club a Unilever por $1 mil millones (812 millones de euros), se cree que poseía alrededor del 30% de la compañía, o tal vez incluso menos, un 20%.
Asumiendo que Jamie Siminoff logró mantener un 30% de su compañía, su patrimonio neto hoy en día subió a la increíble cifra de entre $360 y $540 millones.
Ah, y una cosa más: Si uno de los tiburones inversores hubiese aceptado su oferta del 10% de capital por $700.000 en 2013, hoy esa inversión valdría entre $120 y $180 millones (entre 97,5 y 146 millones de euros). ¡Ups!
¿Cuál es la lección de esta historia para los futuros multimillonarios? ¡Cree en tu producto, ignora los rechazos y nunca te rindas!