Las secuencias de sexo, drogas y rock and roll que retrató el director de cine Martin Scorsese en la película The Wolf of Wall Street (2013) ya forman parte de la historia del cine.
La pretensión del cineasta fue mostrar con la máxima fidelidad las bacanales a las que estaban acostumbrados los exitosos hombres de negocios de los ochenta como Jordan Belfort.
Una forma de entender y celebrar el éxito que parecía cosa del pasado.
Sin embargo, el libro publicado por la periodista Emily Chang, Brotopia (6 de febrero de 2018) relata la forma en que los nuevos empresarios de éxito, los millennials tecnológicos de "Silicon Valley (también conocido como Valle del Silicio)", celebran sus triunfos o emprenden nuevos negocios: barra libre de mujeres, drogas y alcohol.
Parecía que las modernas e innovadoras startups tecnológicas que comenzaron a nacer en la ciudad de San Francisco traían consigo una nueva forma de hacer negocios.
Los CEO de estas empresas emergentes habían abandonado los trajes para vestir sneakers y sudaderas, las oficinas se comenzaron a transformar en espacios diáfanos y abiertos, y los organigramas empresariales fueron abandonado las figuras piramidales para tomar estructuras más horizontales.
Sin embargo, parece que el dinero y el éxito corrompe de la misma forma que en los ochenta -como le sucedió a Jordan Belfort- y los nuevos empresarios de éxito de Silicon Valley siguen celebrando sus triunfos de la misma formar que entonces, o por lo menos eso es lo que cuenta Chang en su libro Brotopia.
Según este libro, en ese templo de la innovación llamado Silicon Valley se celebran habitualmente una serie de fiestas sexuales. Las convocatorias suelen llegar a través de invitaciones digitales difundidas por Facebook y Snapchat, aunque nunca indican directamente que se trata de una sex party.
Emily Chang mantiene que estos eventos se suelen celebrar en mansiones en Pacific Heights, en casas de lujo de las laderas de Atherton o Hillsborough, en algún château del valle de Napa o en alguna propiedad junto a una playa privada en Malibú. Y suelen acudir solteros, casados, parejas y matrimonios abiertos en busca de experiencias sexuales libidinosas.
La periodista además ha asegurado que en estos eventos es normal el consumo de alcohol y drogas como pastillas de MDMA que a veces tienen impreso el logo de la compañía.
Lo cierto, este tipo de fiestas no son una sorpresa en la costa oeste de los Estados Unidos. Fue la actriz y empresaria Gwyneth Paltrow la que a través de su página web Goop promocionó uno de los clubs sexuales más selectos del mundo. Una sociedad llamada Sntcm, fundada Beverly Hills, en que organiza fiestas clandestinas para un selecto grupo de voyeurs y fetichistas que pueden pagar hasta $75.000 (€64.000) por año para disfrutar de sus deseos sexuales más salvajes.
Aunque haya sorprendido que la nueva remesa de jóvenes empresarios del sector tecnológico disfrute del éxito de la misma manera que sus antepasados empresarios de los ochenta.
Cierto es que la libertad sexual de cada uno permite que este tipo de experiencias sean totalmente legales e incluso deseadas por una parte importante de la sociedad. Sin embargo, una de las tesis principales que mantiene el libro Brotopia es que este modo de actuar en el sector empresarial afecta negativamente en al empoderamiento de la mujer en estos sector profesionales.
La periodista explica que las mujeres en este tipo de fiestas no solo suelen ser tratadas como objetos, sino que son infravaloradas como empresarias. Un fragmento de Brotopia, destacado por el medio Vanity Fair, recoge el testimonio de una empresaria de este sector que dice que rechazar una invitación a este tipo de fiestas significa terminar "en la mesa de los losers", pero que si al final decides por participar en una de las sex parties "ni pienses en fundar una empresa o lograr que alguien invierta en ti. Se te cierran las puertas".
A pesar de que Brotopia se publicó hace casi un mes, la conmoción sobre su contenido y la denuncia de su autora sigue presente. Sobre todo después de la eclosión del movimiento #Metoo en Hollywood, que ha ido tumbando a algunas de los hombres más importantes de la industria del cine como el productor Harvey Weinstein por sus numerosas acusaciones de abusos sexuales a actrices y modelos tan importantes como Uma Thurman.
Un movimiento de denuncia que no termina y menos después del estimulante discurso de la actriz Frances McDormand, tras recibir el Oscar por al película "Three Billboards Outside Ebbing", Missouri, o la celebración del "Día Internacional de la Mujer" a comienzos de este mes.