La riqueza de la familia Vanderbilt –una de las fortunas familiares más antiguas de los Estados Unidos- comenzó a finales del siglo XIX con Cornelius Vanderbilt, a quien muchos consideran el capitalista más grande de la historia.
Tan solo $100 fueron suficientes para que Cornelius – quien tenía 16 años en ese momento – construyera una fortuna de alrededor de $100 millones (ajustados a la inflación, equivaldrían a un poco más de $200 mil millones/167 mil millones de euros en la actualidad).
Seguramente estés pensando que este es el tipo de riqueza que dura generaciones tras generaciones. Sin embargo, ese no fue el caso de la familia Vanderbilt, ya que tan solo 50 años después de la muerte de Cornelius, en 1877, ya había desaparecido por todo rastro de unas de las fortunas familiares más grandes del mundo.
Cornelius era un magnate del transporte. Comenzó su negocio con el autobuses de pasajeros entre Staten Island y Manhattan. Para cuando tenía 50 años, ya había amasado una enorme fortuna y se había dedicado a la construcción de su imperio ferroviario, al cual se mantuvo enfocado hasta su muerte, a la edad de 82 años.
Cornelius siempre fue exitoso, en gran parte gracias a su talento natural para los negocios. Sabía cómo medir su competencia, manejar el dinero, controlar los costos y los ingresos y administrar las ofertas.
Cuando Cornelius murió, su hijo William se hizo cargo de los negocios y la fortuna de la familia. William tenía el talento de su padre para los negocios y antes de su muerte, en 1885, ya había duplicado la fortuna de Vanderbilt.
A partir de ese momento las cosas comenzaron a ir mal. La familia de William heredó la gran fortuna y no tenía ningún deseo de trabajar para aumentarla o incluso mantenerla. Vivían estilos de vida extravagantes, construyeron enormes propiedades y diez de ellas eran mansiones palaciegas en Manhattan.
Los herederos de Vanderbilt fueron impulsados por el ego y se dedicaron únicamente a derrochar dinero a diestra y siniestra.
Apenas 30 años después de la muerte de Cornelius, ni un solo miembro de la familia Vanderbilt formaba parte de la lista de los más ricos de Estados Unidos. Y dos décadas más tarde, la fortuna ya había desaparecido por completo.
El gran error de Vanderbilt
Los herederos de Cornelius gastaron dinero como si no hubiese mañana, pero, ¿en dónde estuvo el error?
El grave error de Cornelius (y más tarde William) estuvo en no diversificar su riqueza. Todo el dinero estaba distribuido en sus empresas de transporte mediante barcos y ferrocarriles, algo que funcionó para Cornelius porque estaba muy involucrado en el funcionamiento diario y la administración.
Sin embargo, con sus herederos no ocurrió lo mismo. Cuando la fortuna familiar está ligada a las acciones de las empresas que posee la familia, es muy fácil vender acciones para financiar cualquier proyecto banal que haya llamado la atención de los herederos.
El segundo grave error con la fortuna de Vanderbilt es que apenas tenía activos reales. Cornelius no contaba con tierras ni activos inmobiliarios, tampoco poseía propiedades de inversión.
A pesar de su riqueza, Cornelius no compró bienes inmuebles en Manhattan, pues se centró en los dividendos y no tuvo en cuenta el flujo de efectivo que podría derivarse de invertir en el mercado inmobiliario de Nueva York.
Si tan solo Vanderbilt hubiese invertido un 25% de sus riquezas en tierras e inmuebles, no solo sus herederos todavía estuvieran disfrutando de una de las mayores fortunas familiares de Estados Unidos, si no que habría sido muy difícil para ellos vender estos activos por capricho, algo que pudo haber preservado la fortuna familiar por muchas más generaciones.
Con información del sitio Celebrity Net Worth. Síguelo en Facebook, Twitter.