El tren que sube al Pilatus es uno de los emblemas de Lucerna, el corazón de Suiza, y montar en él es una experiencia inolvidable para todos los visitantes del país. Es el tren de cremallera con mayor pendiente del mundo; su trazado sube desde la ciudad natal del relojero Carl F. Bucherer hasta la cima de la montaña local, el Pilatus.
Uno de los coches automotores lucirá desde este momento otro símbolo de Lucerna: durante un total de tres años, Carl F. Bucherer acompañará al tren en su camino a la cumbre con el tono dorado de su publicidad de marca.
Construido a nales del siglo XIX, el tren del Pilatus sigue siendo hoy un logro tecnológico maestro. Con pendientes máximas de hasta el 48 por ciento, este ferrocarril que re eja ejemplar- mente la ingeniería suiza fue el resultado de una gran visión. Para poder superar la inclinación extrema, se desarrolló en aquel tiempo un innovador sistema de propulsión mediante dos ruedas dentadas que rotan en el plano horizontal.
Cada una de ellas va encajándose en la otra con precisión en la parte central del riel, un mecanismo que lleva más de 125 años procurando seguridad y abilidad supremas tanto en la subida como en la bajada. Para ello, todas las piezas tienen que interactuar a la perfección, justo lo que sucede también en los relojes. El tren llevó sus primeros pasajeros a la cima en 1889, cuando hacía tan solo un año que, valle abajo, Carl F. Bucherer había fundado en 1888 su empresa familiar.
«Nos llena de orgullo emprender esta cooperación con un verdadero símbolo de nuestra ciudad, nacido del mismo espíritu que nuestra marca», arma Sascha Moeri, CEO de Carl F. Bucherer. «En efecto, la visión de superar desafíos técnicos mediante soluciones ables e innovaciones pioneras es un punto común entre el tren del Pilatus y Carl F. Bucherer que ambas empresas han seguido poniendo en práctica hasta hoy.»
Siendo una de las escasas manufacturas relojeras suizas que continúan hoy en propiedad familiar, la marca global Carl F. Bucherer se distingue por insistir en sus referencias regionales. De este modo, no solo el universo grá co de la presencia de la marca, tal como fue lanzada en 2016, guarda estrecha relación con Lucerna, sino que el mismo eslogan de la marca, «Made of Lucerne», es un homenaje a la ciudad en que se fundó la manufactura.
La marca suiza de relojes de lujo asume también compromisos en su ámbito local a través de distintos proyectos deportivos y culturales, a los que viene ahora a sumarse su presencia de marca en tonos dorados en el tren del Pilatus.